Cuando llegamos al Camping ecológico Pan de Azúcar eran pasadas las 9 de la noche y estaba oscuro. Cansados y sucios sólo esperábamos conseguir un lugar donde instalar el campamento. A $3500 diarios por persona nos dieron una buena ubicación frente al mar y la isla, tenía buenos servicios básicos de baños y duchas de agua fría que allá en el norte sale tibia. todo resultaba bien excepto que recién al día siguiente podríamos disfrutar de un buen baño, a esa hora ya estaban cerradas las regaderas.

Al otro día no había intensiones de tomar la bicicleta, los 120 kms. fueron suficientes y el cuerpo clamaba por descanso. Al salir de la carpa nos encontramos con un paraíso. A sólo metros teníamos el mar antecedido por playas de arena blanca y coronado por una isla maravillosa justo frente a nuestro sitio. Lectura, sol, fotografías y chapuzones fue la tónica del día, en la tarde nos animamos a caminar un par de kilómetros a una caleta cercana donde se puede comer algo, disfrutar unas cervezas y ver otro ángulo del mar donde los pescadores artesanales le ponen esfuerzo a la vida.
Las Lomitas

Antes de salir de Santiago me habían dateado que en el Parque hay un sector llamado Las Lomitas, está a 30 kms del camping hacia el norte. Nos acercamos a una oficina de Conaf, nos dieron las coordenadas para llegar y enfilamos al segundo día. Era agradable andar en las bicis sin las alforjas cargadas, el paisaje seguía tan desértico como siempre, pero rodeado de cerros. Uno se interna en el desierto alejándose de la costa por una ruta relatívamente plana y en buen estado. Esto hasta un cruce al cabo de 23 kms de pedaleo. En ese punto vimos el único lugar con vegetación, un gran manchón verde indicaba que había que virar a la Izquierda y comenzar a subir.
La sombra era escaza y el sol golpeaba con rudeza. La aridez del camino nos motivó aún más y luego de unos buenos sorbos de agua emprendimos la aventura a través de una ruta arenosa y llena de calamina ¿se imaginan lo que fue esa combinación? He recorrido sendas come piernas, pero no recuerdo ninguna más pesada que esa.


Se avanza lento y no se ve el final. A la mitad llegamos a una caseta sin cuidador que era el lugar perfecto para capear el calor que no daba tregua. 15 o 20 minutos más tarde salimos de ahí y retomamos la subida, el camino poco a poco se ponía mas amable, el suelo era algo mas parejo y compacto y el paisaje se adornaba de cactus de distintos tamaños.
Las nubes se dejaban ver, estaban ahí al alcance de la mano, el aire era un poco menos denso, había algo de verde en el horizonte que se iba acercando a medida que la humedad se hacia presente. Uno volteaba la mirada y se veía todo lo que se había subido, el paisaje es sobre acogedor: arena, cáctus, inmensidad, desierto, cerros = 100% mountainbike.

Las Lomitas es una especie de jardín de cáctus diseñado a la perfección por la naturaleza. Ahí pega la camanchaca, ahí el hombre pone mallas para atrapar la humedad y recolectar agua, un elemento escaso y preciado. Habíamos alcanzado la meta y el esfuerzo valía la pena. Uno se interna por sendero hasta un acantilado donde se ve el mar desde una altura considerable. Cuando llegamos las nubes no nos dejaban ver la costa, pero estas nos sobrepasaron al correr de los minutos, refrescándonos y regando la vegetación autóctona levantando su telón para mostrarnos la inmensidad del océano pacífico que acariciaba las rocas del cerro allá abajo, a lo lejos.

El goce y regocijo del silencio, de la brisa marina, de la contemplación, de ver a mi mujer pensativa mirando el horizonte, de las innumerables imágenes registradas por mi cámara y de saber que llegué ahí gracias a mis pedales no tiene comparación alguna. Un recuerdo imborrable.
Retirada
No sólo vegetación autóctona nos regalaría el lugar. Al irnos nos acercamos a ver las mallas que atrapan la camanchaca y a pocos metros una pareja de zorros caminaban mansos y amigables modelando para la cámara como una rutina aprendida para el visitante. Eso es Las Lomitas, un lugar único.

La bajada fue sencillamente un acto de esquizofrenia, soltando frenos nos dejamos llevar por la velocidad y el desafío de bajar por el arenal y la calamina sólo fueron matizadas por un par de paradas obligadas a retratar el paisaje indomable. Las bicicletas crujían dando la sensación de sucumbir ante el terreno arenoso que nos imponía piedras, espinas y surcos. Una vez en la ruta se pedalea contra el viento todo el camino hasta la caleta de pescadores que les comenté anteriormente donde paramos obligados por unas merecidas cervezas bien heladas.
GALERÍA DE IMÁGENES
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Camping Ecológico Pan de Azúcar |
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Carolina descansando en Pan de Azúcar |
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Día de descanso playero |
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Llegada a Las Lomitas |
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Bicis en Las Lomitas |
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Mi chica relajada en Las Lomitas. |
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Mirador Las Lomitas |
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Punto de desvío hacia Las Lomitas. |
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Subida hacia Las Lomitas |
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Vegetación en Las Lomitas |
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Vista desde mirador Las Lomitas |
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Nuestro sitio de Camping |
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Mountainbike en Las Lomitas |
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Caleta de Pescadores |
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Pan de Azúcar |
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Panorámica de Pan de Azucar (Fusión de 2 fotografías) |
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